Todo lo que sube, baja.
Efectivamente la física no se equivoca, pero en parte si. No es fácil bajarse mentalmente de un vuelo en globo, máxime si vuelas por la tierra que vio crecer. Los pinares, los parajes a ras de suelo, tu pueblo, tu río. Los sentimientos y las sensaciones vividas en el aire, junto con la suavidad del silencio en las primeras horas de la mañana , se graban para siempre en tu memoria.
La experiencia de volar sobre Cuéllar (Segovia), era el sueño de mi hermano Pedro, que supo transmitirlo, alimentarlo y buscar el mejor acompañamiento posible para compartir esta aventura. Pedro, Tomás, Marga, Jaime, Javier, Miguel, Mónica y Eduardo capitaneados por Roberto subimos a la cesta de mimbre sin rechistar.